La luz de la resiliencia
Me encanta saludarte de nuevo en nuestro espacio, esta vez para invitarte a reflexionar acerca de aquella ocasión u ocasiones en las que las cosas no salieron como esperabas o pasó algo que sacudió tu vida, de pronto todo fueron sombras y, aunque parecía imposible, volviste a ver la luz.
¿Cómo enfrentaste esa situación que te parecía tan difícil? Quizá fue un examen fallido, una enfermedad, el divorcio o alguna otra pérdida importante.
El mundo se nos vino encima y primero solo resistimos, después debimos continuar con nuestra nueva realidad. Si más que sobrevivir nos reorganizamos con las herramientas que tenemos y logramos la readaptación ante situaciones complicadas -al grado de volver a imaginar que todo puede estar bien e ir por ello-, entonces somos resilientes.
Etimológicamente, la resiliencia procede del latín resiliens, que significa “volver atrás”, es volver a la calma después de la tempestad. Como tal, el término se normalizó hace algunos años, pero esa capacidad de hacer frente a la adversidad siempre ha estado en los seres humanos, aunque hay que desarrollarla.
Todos conocemos personas resilientes, algunas famosas como Nelson Mandela, quien después de permanecer 27 años en prisión durante el apartheid en Sudáfrica se convirtió en un símbolo de paz y llegó a ser el primer presidente de raza negra en su país. De México me viene a la mente Adriana Macías, ella nació sin brazos, circunstancia que no le ha impedido llevar una vida plena; hoy es madre, empresaria y una conferencista internacional multipremiada.
Pero dejemos lo público, en nuestro entorno los hay, probablemente incluso tú, que me lees, eres resiliente. Puedo decirte que yo lo soy, varias veces he tenido que renacer porque un día, después de un golpe muy duro, me comprometí a vivir plenamente con todo lo que conlleva. Ser resiliente no es una obligación y tampoco se trata de exponernos a constantes sacudidas o de acostumbrarnos al sufrimiento y el estrés, pero la vida es dinámica y por sí sola nos presenta algunos retos mayores, a esos me refiero.
Es muy importante externar nuestras emociones ante circunstancias desafortunadas, pero no es solo eso, el chiste radica en la forma en que retomamos rumbo posteriormente al impacto inicial. La American Psychologial Association brinda algunos puntos para construir la resiliencia:
- Establece relaciones positivas en las que valga ayudar y pedir ayuda.
- Evita ver a los obstáculos como algo insuperable; hay eventos que no se pueden cambiar, pero sí se puede modificar la forma de interpretarlos y reaccionar ante ellos.
- Acepta que el cambio es parte de la vida.
- Ponte metas realistas.
- Lleva a cabo acciones decisivas, en lugar de ignorar los problemas y las tensiones esperando a que desaparezcan.
- Busca oportunidades de descubrirte (si es necesario, no dudes en acudir con un profesional).
- Cuídate, presta atención a tus necesidades y deseos.
- Confía en tu capacidad de resolver problemas.
Me gustaría añadir lo valioso que puede ser preguntarnos: ¿qué es lo que puedo aprender de esta situación? Identificarlo nos brinda la oportunidad de trabajar ciertos aspectos de nuestra vida, siempre con el objetivo de alcanzar nuestra evolución.
La resiliencia aumenta nuestra autoestima y mejora nuestra calidad de vida, porque aprendemos a conocernos y eso nos va haciendo mentalmente más fuertes para poder adaptarnos. ¿Tú sobrevives o construyes la luz de la resiliencia?
Antes de terminar, te comparto el link de una canción que escuché en estos días, mientras pensaba sobre este tema, es de Natalia Jiménez y se llama “Creo en mí”. Cuéntame qué te parece y también me gustaría mucho que, si así lo deseas, me platiques qué fue aquello que te hizo darte cuenta de lo fuerte que eres.
Hasta aquí por hoy, ¡saludos!
Canción:
https://www.youtube.com/watch?v=P2zOb0HGdxg
Fuente:
https://www.apa.org/topics/resilience/camino
Conoce a Adriana Macías: