El miedo a no dormir
¿Te ha pasado que se te cierran los ojos mientras estás acostado en el sillón viendo la tele o en alguna actividad cotidiana como leer o platicar con tu familia, pero apenas tocas la cama se te va el sueño? Si esto sucede un día tras otro al punto de que tan pronto oscurece te estresas al pensar si esa noche podrás conciliar el sueño, quizá presentas insomnio crónico asociado a la preocupación excesiva por dormir.
¡Sí! Aunque parezca algo absurdo, el miedo a no dormir se vuelve la causa del insomnio. Te explico un poco.
El insomnio es un trastorno de sueño que afecta aproximadamente al 18% de la población y existen algunos factores de riesgo que nos hacen vulnerables a padecerlo como son el género, la edad, la genética, algunos padecimientos médicos, el consumo de sustancias o los trastornos propios del ritmo circadiano (que regula el sueño).
Esta predisposición puede estar inactiva mucho tiempo hasta que se presenta una situación que detona los síntomas: cambio de actividades, cambio de casa o de trabajo, algún evento súbito estresante, problemas personales, cambios hormonales o algún suceso externo traumático, como un desastre natural o una pandemia. En estas circunstancias aparece el insomnio con dificultad para iniciar o mantener el sueño, despertar antes de lo deseado o tener la sensación de no haber descansado lo suficiente. Además, durante el día se presenta cansancio, somnolencia, alteraciones en la atención o memoria, irritabilidad e incluso síntomas físicos como dolor de cabeza o problemas gastrointestinales.
La buena noticia es que en este punto aún hay solución, la manera de manejar el insomnio puede hacer la diferencia entre un insomnio agudo y una enfermedad crónica.
Cuando no dormimos bien, la pasamos tan mal que nuestro cuerpo quiere evitar que esto se repita, sin embargo, muchas de las cosas que hacemos provocan que los síntomas se perpetúen; el miedo, la frustración y la desesperación nos ponen en un estado de activación física. Esta circunstancia hace que nuestro ritmo cardiaco y respiratorio se aceleren, aumenta el cortisol (hormona del despertar y asociada al estrés), y nuestro cerebro se coloca en una condición de hipervigilancia. Todo esto que suscitamos como respuesta al miedo que sentimos por no dormir, impide que el sueño llegue.
Es por esta razón que la atención primaria del insomnio es la Terapia Cognitivo Conductual, la cual se enfoca en reeducar a nuestro cerebro para que sea capaz de dormir, desactivando este estado de estimulación. Implementamos técnicas de relajación, restringimos estímulos que nos activan y lo más importante es que debemos modificar estos pensamientos disfuncionales sobre el miedo a no volver a dormir, o el miedo a la noche, etc.
Así que ya sabes, si algo de esto te suena familiar, acude a una valoración para que dormir deje ser una preocupación y sea el proceso natural que necesitas vivir cada noche para restaurar tu cuerpo y tu mente.