Cortisol: ¿amigo o enemigo?
¿Alguna vez habías oído hablar de la “hormona del estrés”? Yo muy poco, pero sí había sentido los efectos de sus niveles en mi cuerpo.
Andaba por la vida segregando cortisol en cantidades cuantiosas hasta que hace unos días conocí de qué se trata.
Me reuní con dos de mis amigas a tomar un café y ponernos al día; ya íbamos por la segunda taza, cuando empezó a sonar una alarma, todos los que estábamos en el lugar nos paramos de un salto y cuando íbamos a salir, el gerente dijo con voz fuerte: “Se activó sin querer la alerta de incendio, disculpen el inconveniente. Falsa alarma”.
Entonces una de mis amigas dijo: “Nomás nos elevó el cortisol”. Nos volvimos a sentar y mientras recuperamos la calma le pregunté a qué se refería. Ella -que tiene conocimientos de medicina- nos explicó que el cortisol es una hormona producida por dos glándulas que se encuentran arriba de los riñones y regulada por el cerebro, a través de la glándula pituitaria.
Esta hormona nos ayuda, entre otras cosas, con la metabolización de los alimentos, el control de la presión arterial y de los niveles de azúcar en la sangre. De forma natural, en la mañana alcanzamos niveles más altos de cortisol y en la medida en que transcurre el día, éstos descienden.
Hasta ahí suena como un aliado para el funcionamiento diario de nuestro organismo, entonces, ¿por qué se le conoce también como la “hormona del estrés”? ¿Cómo puede el cortisol ser nuestro amigo o enemigo?
Seguramente te ha sucedido que factores externos modifican de alguna manera tus planes; esas situaciones cotidianas que te alteran, te hacen enojar, te dan miedo, como la presentación de un examen, un ambiente de tensión o un susto repentino.
Cuando sentimos estrés el cerebro lanza una señal de alerta al cuerpo y liberamos mayor cantidad de cortisol; momentáneamente esto hace que se altere nuestro ritmo cardiaco y se modifiquen las respuestas de nuestro sistema inmune y nuestro aparato digestivo, es decir, nos pone en modo alerta; paralelamente, se ve impactado nuestro estado de ánimo durante la reacción.
Una vez que pasa esa situación que nos provoca estrés, el cortisol retoma sus niveles adecuados y todo vuelve a la normalidad, claro, dependiendo de las herramientas emocionales que tengamos, continuamos con nuestra vida o revivimos en nuestra mente esos sucesos desagradables por varios días, si no es que hasta por años.
Imagínate como carro viejo tirando aceite en todos lados donde se estaciona, estarías sumando lo que vives desagradable, más lo que revives de eso desagradable. Entonces, ¿qué nos pasa si vivimos en constante estrés?
Nuestro organismo permanece alterado y las funciones que te comenté, a tope. Podemos presentar problemas como: ansiedad, depresión, estreñimiento, aumento de peso, afecciones cardiacas, dolores de cabeza, problemas de atención y trastornos de sueño. ¿Te suena familiar?
Podríamos lamentarnos mucho por ello o, bien, darle la vuelta. Dicho lo anterior, me puse a buscar y encontré algunas opciones que nos pueden ayudar para no vivir con el cortisol alterado, como son: hacer ejercicio, respirar adecuadamente, aceptar aquellas cosas que no están en nuestras manos y realizar actividades que nos gusten, como bailar o platicar.
Te prometo que aquí encontrarás próximamente, de viva voz de personas expertas, más herramientas “caladas y garantizadas” -como dicen algunos vendedores- para gozar de salud física, mental y emocional, con el objetivo de alcanzar una vida plena.
Por lo pronto, relájate un montón, fluye o, como dicen algunos conocidos, flota; pero trata de que el cortisol sea aliado y no enemigo de tu bienestar.
¡Saludos!
Otras columnas de la autora:
https://www.saludplenus.com/dopanimate/ser-o-no-ser-multitask/
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Muy útil esta información para saber cómo controlar esos picos de estrés que a veces nos desestabilizan, gracias por la info!
Hola, muy interesante la información. Existen cosas que nos afectan y que muchas veces desconocemos. Muchas gracias por compartir 😊
Gracias por leer y comentar.
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