La Meno…
Se dice que en estos tiempos las décadas se han recorrido, me refiero a las que la gente va cumpliendo en su vida. Así pues, según esos saberes populares, quienes se encuentran en los 40 o 50 años, fisiológicamente en realidad están en los 30 o 40 según sea el caso y así sucesivamente. Yo pienso que depende del cuidado que cada uno haya puesto a su cuerpo, pero en muchos sentidos sí. Un poco por el avance científico y médico, pero también por una conciencia en cuanto al estilo de vida que nos permite tener más cuidado de nuestra salud y apariencia.
Bajo esta premisa, las etapas por las que las mujeres vamos atravesando, no es que se retrasen, pero sí van siendo más visibles y sobre todo atendibles, como es el caso de la menopausia. Y pues sí, una va llegando a esa fase de la vida —aunque se sienta aún una muchachita de treinta y tantos—, y se pregunte, ¿cómo es que los años pasaron tan rápido?
Y en esas anda una cuando de pronto la menstruación empieza a espaciarse y nos cuestionamos de manera ilusa “¿estaré embarazada?” Y no, porque con la suspensión progresiva del sangrado también vienen otras “bellezas” como la disminución en el deseo de eso que tanto nos encantaba que era “ponerle Jorge al niño” o el gordito necio que se instala en la pancita y en la espalda; el insomnio, cuando nuestro sueño era como el de un oso; la irritabilidad (que de por sí una trae de nacencia) o qué decir de los asfixiantes sofocos que la hacen a una derretirse a la menor provocación, entre algunas otras señales de que la “madurez” llegó.
Lidiar con esos avatares, cuando en nuestra vida se imponen otras prioridades, es por decir lo menos, complejo, pero al mismo tiempo retador. Como en todo, la respuesta a los desafíos de nuestra vida tendrá que ver con la actitud con la que los enfrentemos, pero también con las herramientas con las que contemos para ello.
Por eso es importante contárselo a quien más confianza le tengamos. Hablar de cómo se siente una en esa etapa es un desahogo, porque al hacerlo podemos encontrar un espejo en otra mujer que también esté enfrentando ese momento o que ya haya pasado por ahí. Pero sobre todo es estar siempre acompañada de un especialista que nos ayude a regular el cambio hormonal que estamos viviendo.
Sin duda habrá mucho por cambiar. Nuestro estilo de vida tiene que convertirse en un soporte para sacarle el mayor provecho a esta etapa. Es recomendable que nuestra alimentación sea saludable y tener mayor movilidad, sobre todo para enfocarnos en incrementar la masa muscular. Pero una cosa fundamental que debemos entender es que el movimiento —físico y mental— es vida.
¿Y tú cómo llevas la meno? Acompáñame en este espacio a explorar temas de interés que son parte de nuestra cotidianidad.
¡Hasta pronto!